domingo, 12 de octubre de 2008

LA RONDA Nº 5 ¿QUÉ PAIS HACE LA MEJOR CERVEZA?

En este mes de octubre, el anfitrión de la 5º Ronda es Carls (Universo de la Cerveza). Desde España, él formula esta pregunta como el tema central ¿Qué país hace la mejor cerveza?
Es una pregunta cuyas respuestas están muy ligadas al mercado de los países, para aquellos donde hay muchas marcas (sean importadas o elaboradas), será todo un dilema dar un candidato, mientras que en otros países, donde las marcas y estilos se pueden contar con los dedos de una mano, será algo más sencillo.
Entrando en materia con el tema propuesto, según lo que se ha catado y bebido durante este año y medio, tiempo en que comenzó una tímida tendencia cervecera en Colombia, se afirma con mucha certeza que las mejores cervezas que han llegado hasta el momento no vienen de un país en particular, sino de una región europea que se denomina Benelux (Holanda, Bélgica y Luxemburgo).
Excluyendo a Luxemburgo (no han llegado cervezas provenientes de dicho país), las cervezas holandesas y belgas son las que más han despertado sensaciones y placeres nunca antes experimentados en otras cervezas. Son bebidas que al primer contacto con el paladar, dan la grata sensación que han sido elaboradas con mucho esmero y profesionalismo, generan una generosa explosión de sabores y aromas que en verdad, alegran hasta lo más profundo del alma. Como casos particulares, se pueden citar las magníficas cervezas trapenses "La Trappe" (hasta ahora, la favorita del autor), la sorprendente Grolsch Amber Ale, la "endiabladamente deliciosa" Duvel y la exquisita y reconfortante Tilburg's Brown Ale.
Con el pasar del tiempo, y la decisión de los importadores en Colombia, se espera disfrutar de los elíxires de los demás monasterios trapenses, y las fabulosas cervezas Lambic y de frutas. Según lo que se ha leído, la variedad de cervezas en Bélgica y Holanda es asombrosa, y por esa razón, es que este par de países son considerados por el autor como los mejores elaboradores de la bebida. También se admira la libertad de los cerveceros de dichas naciones en crear nuevos y alocados estilos, sin estar atados a leyes absurdas y limitadoras de la imaginación (el principal ingrediente para una cerveza).
¡¡Dios salve a las cervezas holandesas y belgas... larga vida!!

domingo, 5 de octubre de 2008

Impresiones sobre el 1º Oktoberfest de Bogotá

Este sábado 4 de octubre se celebró en las instalaciones del Gimnasio Moderno, la primera versión del Oktoberfest en Bogotá (parte de la clausura de una feria de integración cultural y económica Colombo-Alemana que se realizó la semana anterior).
La entrada era libre para todo el público que estuviera enterado del evento (gracias a un amigo del Facebook que me avisó) y totalmente gratis. Al ingresar, una bella alemana daba la bienvenida a los asistentes (claro, en idioma español). Luego, una gran carpa cubierta dominaba gran parte de la superficie, donde estaba la tarima (al llegar había unos simpáticos alemanes interpretando música típica) y muchas mesas donde había gran cantidad de personas.
La primera impresión que me impactó de manera muy positiva era que ninguno de los asistentes estaba bebiendo cervezas de Bavaria (claro, estamos en Colombia), todo el mundo estaba consumiendo cervezas de trigo Erdinger y las pilsen Zipfer, Warsteiner y Lindener, aunque las de trigo dominaban ampliamente la predilección de los asistentes. Luego me di cuenta que Bavaria no estaba participando del evento. A raíz de esto, sentí mucha emoción y gratitud ver que la gente estaba disfrutando mucho de las cervezas (no hay que ser un experto para deducir que la gran mayoría estaba probando por primera vez una cerveza diferente), tanto que la fila para adquirirla era extremadamente larga, y las consumían en los tradicionales vasos alargados, como debe ser.
El medio litro de Erdinger costaba $10.000ºº pesos, mi hermana y yo nos decidimos por comprar la versión Pikantus, pues estabamos en deuda de disfrutarla como se debe, luego compramos dos generosas y exquisitas salchichas alemanas, acompañadas de pan francés y salsa de ciruelas. ¡¡Qué rico maridaje resultó!!
Volviendo al evento en sí, junto a la gran carpa cubierta había en los alrededores casitas tipicas teutonas, donde había negocios de diversa índole (desde delikatessen, agencias de viajes, reconocidas firmas alemanas y hasta la Deutsche Welle, el canal alemán).
Mucha alegría había en la feria, la integración de la colonia alemana y los colombianos era sumamente cordial, ahí me acordé de las palabras de Chela en la última Ronda, la verdadera cultura cervecera debe estar acorde con las costumbres del país, y que tradiciones extranjeras influyan positivamente, generando armonia y perfecto complemento. En el Oktoberfest me di cuenta que si es posible lograrlo, y el resultado fue magnífico.
La tarde seguía su curso y más y más personas llegaban, la fila para comprar cerveza se hacia interminable, hasta que en la tarima, un alemán dice al público "lo sentimos, pero la cerveza se agotó", la gente mostró en algo su descontento, pero más tarde nos enteramos que el importador volvió a llenar los estantes de rica cerveza.
Otra de las impresiones que me marcó gratamente es que en la multitud había gente de todas las esferas sociales, desde el más acaudalado ejecutivo hasta el más sencillo trabajador, y todos se sentían muy bien, se sentían como en casa, todo el mundo era amigo, la camaradería era evidente. Nadie se sentía solo o extraño. (La verdadera cultura DEBE integrar a toda la sociedad, DEBE incluir a todos, sin distinción de rango social, económico, religioso o político).
Ya por la noche, vino el toque autóctono colombiano, el invitado para finalizar la feria era el grupo de música tropical los Alfa 8. La energía era evidente, los asistentes estábamos en completa euforia, baile, mucha alegría. Al principio, los alemanes (sobre todo los musicos) estaban un poco extrañados acerca de esa música llena de percusión y trompetas, y más de los bailes, pero luego, se dejaron contagiar de la alegría del grupo y se lanzaron a la pista a bailar. Las culturas teutona y colombiana se habían integrado perfectamente al calor de la música, y la cerveza dando placer y liberándonos de todos los apuros y preocupaciones de la vida cotidiana.
Como conclusión, un excelente evento, la posibilidad que la gente probara cervezas diferentes fue uno de los aspectos más relevantes, la integración cultural y social, en fin, un evento que DEBE repetirse.