domingo, 28 de marzo de 2010

Es una cuestión personal

Muchos sabemos de la gran versatilidad que ofrece la cerveza a la hora de acompañar las comidas, incluso, algunos consideran que con cierto tipo de alimentos, esta bebida ofrece una combinación mucho más óptima que con el vino (que en su tiempo, se creyó el único licor apto para acompañar los platos).
Gracias a lo citado, las personas comenzaron a combinar sus almuerzos, cenas (y en algunos casos, su desayuno), con las cervezas de su predilección, obteniendo unos resultados bien sabrosos. Sin embargo, se comenzaron a dictar una serie de "normas" optativas que encasillaban ciertas comidas con determinados estilos cerveceros (así como ocurre con el vino), imponiendo ciertos límites a lo que realmente desea la persona.
No tengo nada en contra de estas normas, pero es necesario entender que el mejor maridaje cerveza-comida es el que satisface plenamente al comenzal. Si la persona le fascina tomar una cerveza de sabor fuerte en compañía de un platillo de sabores delicados, cosa que cuando los madira, el sabor de la cerveza apaga el sabor del alimento, pues es un hecho que debe respetarse y evitar la imposición de conceptos ajenos a la voluntad y albedrio del individuo.
A lo largo de este camino cervecero que he recorrido y conocido, me he dado cuenta que los maridajes son una cuestión muy personal, he visto personas que, como en el caso anterior, les gusta combinar su cerveza favorita y su comida predilecta, y así, las normas de maridaje digan lo contrario, se sienten felices con lo que están consumiendo. Personalmente, a veces me da por hacer unos maridajes que despertarían el disgusto (y movimientos gástricos) de cualquier experto en ese campo, pero me he sentido muy conforme por los resultados que he obtenido, y cuando tengo oportunidad, los vuelvo a hacer o aplicar variaciones que mi imaginación permita.
Si algo me da placer, no voy a dejar que las normas y opiniones me impidan hacerlo.

domingo, 21 de marzo de 2010

Cerveza belga - St. Paul Speciale

Es de gran beneplácito para todos los amantes de la buena cerveza observar que han llegado a nuestro país una nueva familia de cervezas belgas, se trata de la marca St. Paul, del estilo abadía.
St. Paul es elaborada por Sterkens Brouwerij, una cervecería familiar que inicio operaciones por allá en el año de 1651, en el poblado de Meer, norte de Bélgica. Por lo que se puede deducir de su sitio web, es que se trata de una cervecería independiente, que en esta época de fusiones y absorciones por parte de los grandes emporios, es algo ya muy extraño y difícil de encontrar.
Para los interesados, esta cerveza es importada por Colombia Food and Beverages Ltda. y se puede conseguir en la cadena Carrefour. Su botella es de cuello alargado y de color verde esmeralda.

Precio: $7.000ºº
Alcohol: 5,5%.
Estilo: Cerveza de abadía.
Color: Vino tinto, turbio.
Aroma: Uvas pasas, nuez, manzana, floral.
Espuma: Beige claro, consistencia media, salada, astringente, duración moderada, gruesa.
Sabor: Vinoso, amargo, toques a alcohol, frutos rojos.
Carbonatación: Media.
Cuerpo: Moderado.
Regusto: Vinoso, amargo, a café.
Apreciaciones personales: Una excelente cerveza, de un aroma variado y múltiples sabores. A pesar que su contenido alcohólico no es tan alto como el de otras de su estilo, alcanza a hacer presencia en el paladar. Su sabor, si bien es complejo, no es hostigante y es una bebida fácil y placentera de beber (ideal para los que se inician con este tipo de cervezas). Una cerveza indicada para cuando se está escribiendo o leyendo una buena obra de literatura, en compañía de una buena música suave.
Una cerveza ampliamente recomendada, tanto como para los que se inician como para los bebedores más experimentados.

domingo, 14 de marzo de 2010

Conformismo que se paga caro

Esta semana fue noticia la caída pronunciada de las ventas pertenecientes a la empresa cervecera más grande de Colombia, consecuencia del impuesto que decretó el gobierno nacional unos meses atrás para cubrir la emergencia social en salud.
Al principio, creí que ese nuevo tributo iba a afectar especialmente a las microcervecerías, menos mal mis temores no pasaron de ser eso y he visto con suma satisfacción, que el público a quienes están dirigidos sus productos sigue comprando en grandes cantidades estas cervezas y copando hasta el máximo los lugares cerveceros más famosos de la ciudad; como conclusión, y por lo que he visto, el impacto de incremento tributario a la cerveza pasó de manera desapercibida entre los amantes de la buena cerveza.
Pero irónicamente, el más afectado con estas medidas, fue una de las empresas que se considerarían como los escuderos y adalides del gobierno. Una situación bastante curiosa, ya que teniendo tanto poder económico y de influencias en las altas esferas de mando, decidieron conformarse con estas medidas impositivas (salvo algunos pronunciamientos que reflejaban su desacuerdo) y decidieron, de manera muy olímpica, difundir en los medios que el precio de sus cervezas había subido por los impuestos (de una manera poco dimplomática).
Es claro que esta empresa creyó que un pequeño incremento en el valor de sus cervezas no lo verían sus consumidores, pero si sumamos la poca delicadeza que tuvieron cuando notificaron de sus intenciones de trasladar el impuesto a sus clientes, además que la mayoría de ellos son personas de bajos ingresos económicos y cualquier dinero adicional que deban sacar es significativo, tenemos como resultado estos descensos en las ventas.
"Fíjate a quien apoyas, pues el día de mañana, te sacará los ojos".

sábado, 13 de marzo de 2010

La Ronda Nº 22: Espantos tempranos

La Ronda Cervecera Nº 22 es organizada por el célebre Filósofo Cervecero, en la que él quiere revivir aquellos momentos desagradables que tuvimos cuando olfateamos y degustamos esas cervezas que de entrada, generaron desilusión y aniquilaron de un golpe certero todas nuestras expectativas. La temática planteada es la siguiente:

¿Cuál fue la cerveza, o tipo de cerveza, que al probarla por primera vez no les gustó para nada? ¿Cuál fue su reacción en aquella oportunidad? Y ¿cuánto tiempo tardaron en volver animarse a probarla y en qué circunstancias?

Gracias a Dios, la inmensa mayoría de cervezas que he probado, me han gustado y sigo consumiéndolas con algo de frecuencia, aunque en las partes oscuras del camino cervecero, se me han presentado algunas bebidas que no fueron agradables.

Pensaba aportar a esta Ronda con la cerveza holandesa Amsterdam Maximator, pero el colega Cristian (recomiendo leer su blog) se me adelantó y me la quitó de las manos. Afortunadamente (o infortunadamente, según el punto de vista) tengo otra candidata idónea. Se trata de una cerveza que probé recientemente, la también holandesa Royal Dutch Extra Forte, una cerveza lager fuerte en la que tenía algo de esperanzas para que ese tipo de cervezas tuviese una reivindicación con mi paladar. Lamentablemente, toda mi curiosidad se ahogó de una buena vez con su sabor que deja muchísimo que desear, lo que de paso también abonó el terreno de la desconfianza ante las lager fuertes. Una cerveza que probé sólo una vez y sin pretensiones de consumirla nuevamente.

sábado, 6 de marzo de 2010

Para que vean que con algunas si se puede

En el mundo cervecero existen ciertas dudas sobre el tiempo de vida de las cervezas, hay un sector que opina que esta bebida si mucho, se puede almacenar durante unas semanas, mientras la contraparte afirma que, dependiendo de la calidad, una cerveza puede desarrollarse de manera más óptima conforme transcurre el tiempo.
Personalmente, y por experiencia, me voy con el segundo grupo.
Lo de los tiempos prolongados de guarda, no se puede hacer con aquellas cervezas lager estándar (el que se quiera arriesgar almacenando durante medio año una cerveza de Bavaria y luego consumirla, adelante, si es capaz de ignorar los cuerpos extraños que se desarrollan en la bebida).
Pero para que vean, que con otras es posible el almacenamiento durante mucho tiempo (en este caso puntual, tres años). La cerveza de la que hago mención es la canadiense St. Ambroisse Millésimée (un agradecimiento muy especial a Lubiere de la Biere, quien me la trajo desde allá). Esta cerveza especial de 8% de alcohol, es elaborada por la cervecería McAuslan (propiedad de Peter Mc.Auslan), y se hace en conmemoración del cumpleaños del dueño, que es en el mes de enero (esta versión 2007 celebraba su cumpleaños Nº 61). Una manera muy cervecera de celebrar y hacer que la gente se una, a un cumpleaños (ya quisiera uno así).
No tuve oportunidad de probar otra cerveza de estas recién se lanzó, de manera que no haré comparaciones, pero déjenme decirles que después de tres años, esta cerveza me supo exquisito, flamante, única.
Apenas comencé a vertirla en la copa, emanaron de su interior intensos aromas a madera, luego llegaron los de cerezas, uvas, ahumados, miel y banano.
Su color es rojo cobrizo, turbio y el líquido comenzó a formar una espuma de color beige claro, cremosa, densa, cuyo sabor era exclusivamente a madera.
Su sabor, también tenía bastantes toques a madera, ahumados, la presencia del alcohol se hacía notar, toques vinosos y a propóleo, amargo moderado. Su cuerpo, extremadamente denso, toca beberla es a sorbos.
Su regusto, a madera y vinoso, que de una calienta la garganta y se queda ahí por un buen tiempo.
Estoy convencido, que esta cerveza la pude haber guardado por un año más, pero a veces las ganas y la curiosidad rebosan a la voluntad, afortunademente, quedé muy satisfecho con esta increíble cerveza.