sábado, 21 de marzo de 2009

La Ronda Nº10: Confesiones cerveceras

Desde Argentina, los colegas de la Logia Cervecera, son los anfitriones de la Ronda del mes de marzo. Ellos proponen como tema a tratar en esta ocasión el siguiente: ¿Cuál es tu confesión cervecera? ¿Qué hiciste en tu vida o que seguís haciendo que te averguenza como fanático de la cerveza?
Entrando en materia, cuando empezó mi interés en el mundo de la cebada remojada, por allá en 2006, mi olfato y gusto no eran para nada sensibles a los sutiles aromas y sabores de las cervezas, y todas, todas las que probaba me sabían igual (a menos que ésta fuese más lupulizada), pero bueno, hay que tener en cuenta que sólo se conseguían cervezas macro lager (Heineken, Corona, Zubr, Holba, Quilmes, Peroni) y en realidad, no hay muchas cualidades que hagan la diferencia.
Meses más tarde, comenzó a inundarse el mercado con cervezas canadienses Blanche de Chambly y Maudite (Unibroue), como yo andaba corto de dinero en esa época no podía darme el lujo de comprar cualquier cerveza que después saliera simple, de manera que comencé a leer foros cerveceros. Fue ahí cuando cometí el lamentable error de leer una opinión en la que condenaban duramente a la cerveza Maudite, de manera que me dejé llevar por esas palabras y no la probé; más adelante, conocí BeerAdvocate y observé que dicha cerveza estaba catalogada con excelentes comentarios, como ya tenía más dinero me lancé a comprarla, con tan mala fortuna que ya se había agotado (hasta el sol de hoy) y es la hora en la que ando en su busqueda incansable.
Otro de mis gazapos cerveceros ocurrió cuando me hablaron de Estados Unidos, y yo ensimismado con una terquedad inquebrantable, juraba que dicho país era como lo pintaban las series gringas, pura Budweiser y Miller, con personas llevando en sus cabezas ridículos gorros con correas para amarrar las cervezas y conectadas con un pitillo para beberlas mientras ven la NFL. Más adelante comencé a leer libros, foros, BeerAdvocate y me di cuenta de lo distorsionada que estaba mi percepción, ignorando la gran riqueza cervecera que tiene ese país.
Este pecadillo tiene que ver en la manera que bebí por primera vez la exquisita cerveza belga Duvel, andaba por la calle y aproveché para llamar a una amiga para que bebieramos algo en su casa, habiendo escuchado el rumor que Duvel ya estaba aquí, compré dos botellitas y me encaminé hacia allá, cuando llegué y le mostré lo que había comprado, me dijo que las bebieramos en la botella, pues no tenía nada en que servirlas, naturalmente yo no quería degustarla así, de manera que después de mucho buscar, encontramos dos pocillos (tazas de café), y nos tocó bebeberla en dichos recipientes.
Otra de mis "herejías" consistió en haber regalado cervezas que no había probado, y que al probarlas, me parecieron un total y absoluto atentado al paladar. Por ahí en mi blog encontrarán a cúales me refiero, afortunadamente a los destinatarios y homenajeados les gustó.

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