domingo, 15 de noviembre de 2009

Exclusividad o condicionar el deseo del cliente

Un día común y corriente, se encontraba Chepe Pérez en la calle, se acercaba la hora del almuerzo y ya el hambre comenzaba a hacer gruñir el estómago de nuestro personaje. Chepe es un aficionado a las buenas cervezas y la gastronomía, de manera que entró a un famoso restaurante para saciar su apetito y así continuar con su día habitual.

Se ubicó en una mesa y enseguida fue atendido por un mesero, después de ubicar en la carta el plato de su preferencia, decidió que sería excelente idea maridarlo con una rica cerveza marca A (muy famosa en su ciudad), la cual era de su entero gusto. Sin embargo, cual seria la sorpresa cuando el mesero le dijo que en ese local, sólo era posible consumir la cerveza B.

Nuestro amigo, ya con el hambre haciendo estragos, se resignó a ese horror y se vio obligado a acompañar su almuerzo con la cerveza B, que para nada era la indicada a su comida. Naturalmente, como era de esperarse, la única cerveza que ofrecían en tan famoso restaurante opacó completamente el sabor de la comida, Chepe no pudo disfrutar de un delicioso plato porque ese negocio, por razones de "exclusividad", estaba impedido a ofrecer en su menú, una cerveza diferente a B.

Este tema de la "exclusividad" es una de las pesadillas que viven los aficionados a la buena cerveza cuando se encuentran fuera de sus hogares y desean acompañar una comida o simplemente disfrutar con las cervezas de su predilección. Muchos negocios, a cambio de muebles, decoración, menaje y publicidad pagada, se regalan a un sólo proveedor de cerveza (generalmente, las mayores cervecerías) y firman claúsulas que les impiden negociar y vender productos de otros fabricantes.

Por este tema, ya hay varias demandas porque esta figura de restricciones comerciales es considerada por muchos como competencia desleal. Esperemos que en estos pleitos salgan favorecidos los demandantes (debería, por sentido común, ser así), para que estas jugadas sucias, antiéticas e inmorales no se repitan y podamos disfrutar de nuestras cervezas favoritas en cualquier lugar, sin el temor a que por capricho de los dueños de los restaurantes y las grandes cerveceras, tengamos que dejar de lado nuestros deseos y acomodarlos a lo que quieren los demás (y de paso, salir estafados).

2 comentarios:

Pivní Filosof dijo...

Lo que muy bien describís arriba es algo que sucede en todo el mundo, lamentablemente.

Aun más lamentable es que, incluso se se prohibiesen los "contratos de exculisivdad", las cervecerías siempre tienen mecanismos para escaparse de la ley.

Lo que hacen acá es darle a los bares/restaurantes los grifos en comodato. Un equipo profesinal nuevo para tirar cerveza puede llegar a ser muy caro y pocos son los propietarios de locales gastronómicos que rechazarían la oferta de tenerlos gratis. La trampa es que los grifos siguen siendo propiedad de la cervecería y ellos ponen como condición que sólo sus cervezas sean expendidas por ellos, lo cual es perfectamente legal.

Se podrán ganar todas las demandas presentadas ante los juzgados y más aun, pero mientras las grandes cervecerías tengan recursos financieros suficientes y hayan hosteleros que piensen más en el bolsillo que en la calidad que le ofrecen a sus clientes, la situación nunca va a cambiar.

Manzapivo dijo...

Acá, este tema es sumamente delicado, pues la cosa no se restringe sólo a dueños y cerveceros, también están incluídas las altas esferas políticas.
Por un contacto 100% confiable (y que me inspiró a escribir sobre esto), me comentaron que una marca x de cerveza que se vendía muy bien, fue sacada, no sólo de los negocios, sino de una ciudad entera. El afectado no es cualquier "mosco" y enseguida montó una pelea jurídica (tranquilos, no busquen en la prensa, ésto, como muchas cosas, pasa por debajo de nosotros).
No se si prospere esa demanda, pero para que se hagan esas jugarretas, es porque algo está empezando a cambiar y hay muchos interesados en que las cosas sigan igual.
Saludos!!