Antes de iniciar, un caluroso saludo de año nuevo para todos los lectores y seguidores de este blog, que el 2010 sea un año de muchos triunfos y objetivos cumplidos.
Traje a discusión este tema porque en algunas ocasiones hemos vivido la siguiente experiencia:
Un día, estamos de ambiente muy festivo, optimistas, satisfechos, abrimos nuestra nevera en busca de una bebida y nos encontramos que tenemos dos envases de una cerveza extraordinaria, destapamos una de las botellas, la servimos en un vaso y procedemos a consumir (o catar) su contenido. Le encontramos un sinnúmero de sabores, aromas, texturas que nos dan mucho bienestar y nos hacen sentir únicos de haber probado esa maravilla embotellada.
Otro día, estamos con un humor de los mil demonios o una terrible depresión, no queremos ver a nadie, detestamos a todos, en fin, uno de esos días que no debimos habernos levantado de la cama. Con el fin de subir nuestro ánimo, vamos gruñendo o sollozando hacia la nevera para ver que tenemos, de manera violenta, abrimos la puerta y vemos la segunda botella de esa cerveza extraordinaria. Aunque estamos que explotamos, sabemos que esa cerveza hay que servirla en un vaso para disfrutarla, y procedemos a beberla. No le encontramos absolutamente nada en especial, sólo una bebida amarga que si bien nos pudo haber ayudado a levantar el ánimo, no pasó de ahí.
¿Qué pasó? ¿Por qué el día que estábamos alegres esa cerveza nos supo a manjar celestial? y, ¿por qué el día que estabamos que explotábamos de la ira o tristeza, esa misma cerveza nos supo a un poco más que agua amarga? La cerveza era la misma, la habiamos conservado en condiciones adecuadas. No soy psicólogo, pero me he dado cuenta que el estado emocional en el que estamos influye bastante a la hora de degustar una cerveza, y no tiene que ser con una cerveza de mucho valor, sucede con cualquiera.
Sin embargo, y antes de finalizar, aclaro que no estoy insinuando ni tratando de persuadir que sólo se debe tomar cuando estamos bien, cada persona es libre de elegir cuando desea beber; pero lo que yo hago, es que si me gusta relacionar una estupenda cerveza con sensaciones positivas que esté experimentando antes, durante y después de haberla consumido, con el fin de dar los máximos placeres a mi paladar, porque al fin al cabo, las buenas cervezas merecen ser disfrutadas como es debido.
Barbãr Bok
Hace 1 día
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